Una estación de trenes abandonada. Cuatro personajes que se juntan allí cada viernes a jugar Póker. Es lo único que les queda. “Si no fuera por el Póker no distinguiría una semana de la otra. ¡Estas partidas colorean mi vida! Le dan horizonte.” Atrapados por un pasado que les cerró las puertas en la cara, “…este tren me llevaba cada mañana hasta mi trabajo. Un día cerraron las puertas de la Gran Ciudad, el tren dejó de funcionar…”; que los dejó anclados en sus sueños a los que se aferran con todas sus fuerzas, “…Yo juego para enamorarme, adoro los hombres que se hacen escuchar pisando fuerte, esos son los de mi estilo…”; o en la nostalgia por lo que perdieron “… Extraño tanto mi trabajo…” Acechados por un futuro tan negro como incierto. Se chantajean, se insultan, se presionan, se seducen, se pelean, se necesitan…